Para comenzar la semana te motivamos a la lectura del artículo de Santiago de Molina en su web Multiples estrategias de arquitectura, que en esta ocasión nos invita a reflexionar sobre la copia en arquitectura.
El artículo comienza así:
Copiar es un derecho. Un derecho aun de mayor antigüedad y peso que el
copyright fundamentalista y mojigato de Occidente para preservar de modo
encubierto un sentido de la autoría y su grandiosidad.
En este sentido, los seres vivos son una copia prácticamente
indistinguible de su ADN precedente. El aprendizaje de los pintores
desde tiempos inmemoriales proviene de la copia de directa de los
modelos anteriores. Existe entre las estrellas, los planetas y las
propias galaxias menos variedad que variedad de magdalenas en un
supermercado medio europeo. El mundo de lo digital es el mundo donde la
copia está instaurada en su propia razón de ser. Cortar y pegar, copiar
archivos, duplicar y descargar son acciones que atacan de lleno y sin
remedio el lacerante tema de los derechos intelectuales y de la patente.
La copia en el arte goza de prestigio no solamente desde Duchamp y su
urinario, o el Pop art, sino desde Laxcaux, donde ciervos y caballos se
repiten sin fin. Incluso la propia cueva de Laxcaux se duplicará para su
preservación, como ya sucedió en Altamira. La copia siempre ha sido
garantía de preservación.
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