El starchitectperuano
condensa las
diferencias de la arquitectura (y los arquitectos) en el Perú, y
demuestra por qué
factores transversales y externos a ella han vuelto anacrónico el
arraigado y macerado idealismo del “buen” arquitecto y la “buena”
arquitectura en cualquier nivel y escala de
la sociedad peruana.
Un libro publicado por La Chimenea, muy bien escrito por Israel Romero Álamo, entretenido y lleno de sarcamo. Imposible quedarse indiferente.
Puedes leerlo online o descargarlo de forma gratuita en el siguiente enlace: http://goo.gl/3hzgVF
Y a continuación te dejamos con algunos fragmentos del libro propuestos en la Revista Chimenea:
"Este texto no es para
estrellas de la arquitectura peruana o gente afín a ellas. Este texto es para
todos los demás, nosotros, los que vemos el firmamento desde abajo.
(…)
¿Existirá el
arquitecto ideal e idealizado? ¿Existirán arquitectos que, por sus propias
características —escondidas detrás del edificio y de sus ideas— sean más afines
a un paradigma mitificado por encima de los demás?
(…)
El arquitecto
idealizado es el que se ha ensimismado y centrado como semidiós y máximo
personaje, que concibe al edificio, reparte funciones y gobierna la
construcción del mismo. El arquitecto que no
cumple a cabalidad con esta visión idealizada dejaría de serlo, así como el
edificio que no cumple con la idealización del edificio arquitectura, es
un intento fallido.
(…)
En este sentido,
dentro del mundo de los arquitectos, existen arquitectos con un perfil más afín
al idealizado. Este arquitecto es quien condensa mejor las ideas
trascendentales de la arquitectura y es finalmente quien las plasma bajo el
papel de demiurgo omnipotente y al que el resto de elementos de la arquitectura
no le afectan. Es donde el starchitect tiene la especial facultad de
plasmar un edificio que logra mantenerse -al menos hasta el final de su construcción-
inalterable y pegado a sus ideales; es decir, un arquitecto que cumple con el
papel de sumo creador que tiene la última palabra. Al starchitect aparentemente
no le aqueja las cosas externas a la arquitectura. Y si no es así, pasa
desapercibido, ya que el producto final de la arquitectura consumada es el
objeto inmaculado, ensimismado y perfecto que puede verse en una fotografía
como objeto genial y autónomo.
(…)
El apellido es, en el
Perú, una importante condicionante. Existen precedentes que en la arquitectura
en nuestro país siempre ha sido así. Podemos remitirnos a 1950, 1930, al siglo
XIX o al XVI. Los que están arriba siempre han sido los mismos: Rockefellers. (en Los Rockefeller)
(…)
En el Perú tendrá que
asentarse en el mejor lugar, por mientras. En estas mejores universidades de
turno le amoldarán bajo estándares arquitectónicos internacionales y eso
permitirá que pueda en el futuro desarrollarlos en cualquier parte del planeta.
Ésa es la idea de los grandes y prestigiosos centros de estudios. Expulsar
gente con pensamiento Rockefeller. Exitosa. Acá ser buen alumno es
completamente relativo. (en El molde)
(…)
Recuerde, pues, que a
usted le enseñaron en la Facultad que ésa era la arquitectura que hay que
seguir y es precisamente la que los medios difunden. Dirigirse a ella le
permitirá, entonces, que usted pueda amoldarse más a los estándares de calidad
del mundo occidental y mediático que son los que este pequeño y periférico país
admira y a los cuales aspira. (en La occidentalización)
(…)
Un legítimo y súper
occidentalizado Rockefeller no puede enseñar en cualquier lugar. Hágase amigo
de los jefes de esas Facultades prestigiosas que son otros Rockefeller y
típicos starchitects académicos. (en Las primeras piedras de la celebridad)
(…)
Enseñe Taller en
grandes universidades de Lima, no enseñe ni dibujo ni historia ni nada que no
esté ligado a la esencial labor proyectual del arquitecto. Los demás cursos
déjelos para los otros. Para seres no tan creativos ni profundos como usted. Cultive
a los nuevos starchitects del Perú. (en La catapulta)
(…)
Ahora ya no pagará
para aparecer en revistas, ahora a usted le pedirán que publique sus obras o sus
dibujos. Su obra aparecerá en portada —su rostro nunca, pues usted y la revista
están muy en contra de la superficialidad de los starchitects internacionales
y de las revistas de celebridades—. Irá acumulando en su palmarés, sus premios,
desde los más pequeños hasta los más grandes. Sus bienales. Su labor docente.
Su obra arquitectónica ya tendrá un sello personal y entrará poco a poco en la
historia de la arquitectura peruana que ha creado el mundo mediático en el que
usted ya está inmerso. Será usted un arquitecto reconocido, es decir muy
conocido. Eso le convertirá automáticamente en un buen arquitecto. (en La explosión rockstar)
(…)
A estas alturas usted
será amigo íntimo de los editores de revistas, de los grandes starchitects de
otras épocas que fueron sus profesores y a los cuales desde ahora tuteará y
tratará con total confianza. Los editores de revista le pedirán algún artículo
y usted lo escribirá. Será un buen artículo que hablará de cómo hacer buena
arquitectura y buena ciudad, de cómo cambiar el mundo con la arquitectura, de
la paz mundial o de cualquier otra cosa que suene bien. No faltará alguien que
le propondrá hacer un libro.
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